lunes, 5 de marzo de 2012

"Si Dios está por nosotros... ¿quién contra nosotros?"

Por María Llamedo, Kinshasha
"Nuestra confianza está en Jesús, y nuestro lema es repetir con S. Pablo: Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?  La obra de apostolado que pretendemos realizar, ha de ser idéntica a la que inauguraron los primeros cristianos, y los medios, los que aquellos pusieron en práctica, aunque seamos tenidos por locos y atraigamos sobre nosotros el odio del mundo." (Pedro Poveda)

Una chica muy maja que coordina el Movimiento me ha liado para escribir en nuestro blog y la verdad es que no sabía muy bien sobre qué escribir. Ella me propone que de la realidad de aquí vista desde allí o de la de allí vista desde aquí. Y no es nada fácil porque aquí la realidad es tan inabarcable como el país. Y para una jovencita blanca como yo siempre será difícil conocerla, si no imposible; presiento que aunque se me regale una larga vida aquí, nunca la conoceré, hay cosas que nos quedan siempre lejos, muy lejos, aunque una intente meter mucho la nariz.

Y por eso de meter “las narices” donde no se me llama, y sí, a veces también donde sí, el pasado 16 de febrero participé en la marcha organizada por los cristianos católicos en Kinshasa. Cada 16 de febrero se conmemora el asesinato de varios mártires cristianos que hace veinte años marcharon contra el régimen de Mobutu.

Y este año, se volvió a salir a la calle. Exigiendo la dimisión de la CENI (comisión que organizó las elecciones), el respeto de los derechos humanos y la justicia y el desarrollo de una autoridad no violenta. ¡Inocentes nosotros!

Salimos pronto de casa porque imaginábamos que iban a blindar Kinshasa y si no, no llegaríamos al lugar de encuentro, la Parroquia de Saint Joseph.

La noche antes el gobernador de la ciudad, algo así como el alcalde, había prohibido la marcha; entonces nos dimos reunión en la parroquia que antes mencioné para juntarnos a rezar. Como decía blindaron todas las parroquias de Kinshasa. Nosotras cuatro logramos llegar porque salimos muy pronto. Cuando llegamos la parroquia estaba rodeada por seis tanques, cuatro camiones de agua caliente, y numerosos jeeps llenos de militares, una centena aproximadamente.

Cuando llegamos estaríamos unos veinte, la mayoría mujeres, madres, algún chico joven, tres sacerdotes y algo más tarde llegó un grupo de una parroquia que logró driblar a todos los militares saliendo de uno en uno por diferentes lugares, como cuando José y María escaparon de Herodes… O como cuando los magos no sabían cómo llegar y siguieron la estrella de Belén… Otros muchos fueron detenidos en el transporte público por llevar simplemente un rosario, una biblia o cualquier otro distintivo católico.

Una vez allí estábamos en la gruta de Mama María, orando a la congoleña, danzando y cantando en ronda. Solo teníamos rosarios, biblias, crucifijos y una pancarta que decía “No al fraude electoral”. De pronto vimos que todos los militares bajaban de los vehículos y tanques y rodeaban la verja del jardín parroquial en el que estábamos, se aproximaban… Y nosotros seguimos cantando “Tokobemela yo eee, maman María” (Cantaremos para ti, Mama María). Entre nosotros nos regalábamos miradas cómplices, que luego nos comunicamos lo que queríamos decir en ellas. En algunas miradas podía verse cierto miedo, pero un miedo unido a la determinación, estábamos preparados para todo. Y en ese momento empezaron a dispararnos balas y gases lacrimógenos, como cuando disparas animales que están encerrados en una jaula. Cuando fuimos a refugiarnos a la parroquia, nos dimos cuenta de que el párroco la había encerrado a cal y canto. Probablemente ahora ya tenga una gran casa en un buen barrio de Kinshasa o un coche de lujo. Nos fuimos contra un muro; seguíamos sin ningún tipo de protección y entonces, volvieron a disparar. Volvimos a correr, no veíamos nada, no podíamos respirar. Un gran número de personas llegaron hasta el porche de la curia y se refugiaron allí. En la fuga, vimos a una de las nuestras en el suelo, tenía un fuerte golpe que se había hecho contra un muro y entonces allí nos quedamos con ella. Nosotras cuatro, un chico joven que decidió quedarse con nosotras, una mujer miembros de “Voz de los sin voz” y otro señor. Cada uno en una columna diferente, con la espalda contra ella. En un silencio incomodísimo que sólo se rompía por oraciones. He de confesar que el rezo del rosario siempre me pareció un poco aburrido, eso de repetir cincuenta veces la misma cosa a la misma persona me parecía un horror… Pero reconozco que cada palabra se llenaba de sentido: “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”. Y es ahora cuando he entendido que verdaderamente la oración es nuestra única fuerza, es sin duda lo que nos ha salvado, no lo dudo. La fe, en momentos como éste, crece, ¡vaya si crece! Y las ganas de seguir comprometiéndose en este mundo en el que se nos ha llamado no se acaban.

Finalmente, logramos también llegar a la curia y allí, después de trámites con la ONU y con la Embajada de España, logramos salir en dos grupos. Fuimos al hospital y luego vinimos a casa.

Y es ahora cuando empezamos a digerir la cosa y cuando nos reafirmamos en que estábamos donde teníamos que estar. Que nos la hemos jugado es cierto, ¿pero para qué estamos si no en esta vida? ¿De qué sirve estar en un lugar sin reaccionar, sin participar activamente? ¿Qué quería decir Pedro Poveda con eso de “hasta que Cristo sea formado en vosotros”? ¿Y eso de “si hay que morir, se muere; pero se muere en la batalla, con honra y con gloria, con Cristo, en nombre de Cristo, y para gloria de Cristo”? ¿Quién puede morir por Cristo sin morir por sus pequeños, sin morir por la justicia?

Bueno el caso es que estamos bien, que no ha habido muertos en lo que podía haber sido una masacre.

Y lo que sacamos de todo esto es que Dios Padre nos protege, está con nosotros, no nos deja, no nos suelta.

Sé que este blog es leído por muchos jóvenes de AJ, y todos sabemos la confianza que Pedro Poveda ponía sobre nosotros. Y he pensado mucho en nosotros jóvenes, en que lo que se nos pide no es sólo colgar artículos reivindicativos con nuestros aparatitos tecnológicos. Además se nos pide ser los protagonistas de esta sociedad, se nos pide orar esta realidad, se nos pide participar más que hablar, allí donde estemos, en la realidad en la que nos toque vivir. Así que nada, ¡a ello! Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Un fuerte abrazo,

María Llamedo Iglesias
Kinshasa (República “Democrática” del Congo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario